"En un principio, Todo era Cilíndrico"; aunque el año pasado todavía lo ignoráramos: La Verdad aun no habia sido revelada.
Fue durante el verano del Primer Año, según el Calendario Perruno, cuando, al dirigirnos de noche a cenar a una Torre cercana, divisamos entre la maleza un extraño animal. Al acercarnos y contemplarlo más detenidamente, quedamos asombrados. No era un perro. Era El Perro. Su lomo armonioso y su tripa abultada y perfecta le conferían una extraña forma cilíndrica. Pero lo verdaderamente atrayente era su mirada: infundía confianza y serenidad, con un brillo de sabiduría que confortaba el alma mientras el tiempo se suspendía por completo.
Poco duró nuestra dicha, pues del mismo modo en que se presentó ante nuestros afortunados ojos, se desvaneció en la oscuridad. De nada valió nuestra búsqueda posterior: se había ido, dejando un vacío irreemplazable en nuestro corazón.
Los días posteriores fueron confusos, al no tener otro remedio que regresar al mundo real, ordinario y caótico. Rutinario. Sin saber muy bien hacia dónde dirigirnos, pues tanto nuestros intentos de búsqueda como de propagación de su Verdad se veían cercenados: unos por lo infructuoso de los resultados, y los otros por la perplejidad de aquellos a los que hablábamos, que nos tomaban por bromistas o dementes.
Durante los siguientes meses, aquel recuerdo fue difuminándose lentamente, en la blandura brumosa de lo mitológico. El Gran Perro Cilíndrico pasó a ser un ideal, un ser de leyenda que había de traer la paz a la Humanidad.
El mundo vivió en tinieblas hasta el comienzo de este Segundo Año Perruno, cuando el Maestro Fumigador fue el elegido para otro Advenimiento Cilíndrico. Esta vez, surgió de nuevo entre las sombras y la maleza, y, sólo durante unos instantes, el Gran Líder se dejó fotografiar para demostrar su Grandeza a los incrédulos y fortalecer la fe de Sus siervos. La buena nueva se propagó entre los Hermanos, que gozamos y celebramos con alborozo y oscuro licor su llegada a nosotros.
Una nueva era había comenzado. La Verdad estaba, al fin, entre los hombres.
Continuará...
“Sed firmes, con base sólida, pero también moveos, cambiad, rodad según los avatares de la vida. Sed cilíndricos”